La primera visita fue Hobbiton. Para los que no han visto la película “The Lord of the Rings” les puede parecer una tontería, pero para un fan incondicional fue IM-PRE-SIO-NAN-TE. Han dejado todo el pueblo reproducido con total exactitud, desde el molino, pasando por innumerables casas y la taberna de “The Green Dragon”, donde nos tomamos una cerveza refrescante después de la visita a pleno sol.

Pudimos entender como hacían el efecto del tamaño entre personas y hobbits mediante angulos de camera y tamaños de las puertas, muy interesante.

 

Tras Hobbiton nos dirigimos a toda prisa hasta Waitomo para inmiscuirnos en sus entrañas. Durante el trayecto la flora y fauna del lugar nos cautivó. Colinas verdes infinitas con sus numerosas ovejas, era como salido de un cuento.

 

De las numerosas cuevas escogimos la visita a dos, Glowworm Cave y Aranui Cave.

 

Glowworm son los gusanos de luz. Todos esperábamos ver alguna que otra luz dentro de la cueva pero tras andar por la misma unos cientos de metros observando las cavidades esculpidas por las aguas y jugando con el eco interior nos hicieron subirnos a un barco. A partir de allí sucedió la magia. El techo de la cueva se convirtió en el cielo más bonito nunca visto. Millones de gusanos desprendían una luz azul que se asemejaban a las estrellas en una noche oscura. Nadie se atrevió a desprender ningún sonido mientras reinaba el hechizo sobre nosotros y finalmente nos despertamos al salir del túnel en el medio del bosque. La prohibición de realizar fotografías dentro de la cueva hará que aún tengáis más ganas de visitarla si alguna vez viajáis a NZ.

 

La cueva Aranui es fantástica pero existen más como ella en el mundo. Es una gran catedral de estalagmitas y estalactitas esculpidas durante miles de años por el goteo. Las formaciones son increíbles tanto en colores como en formas. La verdad que pensar que existen estos sitios dentro de las montañas le hace a uno plantearse lo alucinante que es la naturaleza.