Ciudad costera situada en el litoral central a pocas horas de Santiago, su área metropolitana es la segunda más grande de Chile, tras la capital. La ciudad de Valparaíso es como un gran anfiteatro natural que mira la obra representada en su bahía. Existen multitud de cerros por los que se erigen las casas de Valpo (como la llaman los chilenos). Entre las más destacadas, encontramos “La Sebastiana”, antigua residencia de Pablo Neruda, el cual vivió muchos años allí inspirado por sus aires, donde escribió muchas de las obras que lo llevaron a ser el reconocido poeta que es.

 

 

Para entender Valparaíso es imprescindible remontarse a su historia. Antes de la construcción del conocido e imprescindible canal de Panamá; el puerto de Valparaíso sirvió de enclave marítimo para los barcos de mercancías entre la costa oeste de EEUU y Europa, convirtiéndose en el mayor puerto del Pacífico. Este hecho acarreó muchas riquezas a la urbe por la cantidad de tráfico marino de la zona en la época de la fiebre del oro, sobretodo. Tras la apertura del canal de Panamá, la actividad económica vino a menos y los años de gloria terminaron. Incluso a día de hoy ya no es el puerto principal de Santiago.

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Su decadencia se denota en cada esquina, pero detrás de esta imagen lúgubre, se esconden verdaderas reliquias que la convierten en un sitio único, digno de visitarlo.

En sus calles se puede ver el arte callejero en su máximo esplendor. Además, como alberga nada menos que 4 universidades, la vida estudiantil es muy activa y por la noche Valpo despierta para dar de beber a sus compadres.

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Tuvimos la magnífica suerte de realizar un free walking tour, que nunca son free sino que das la voluntad y son bastante asequibles y siempre interesantes, así como quedarnos en casa de un lugareño (Matías) que conocimos en un bus en el sur del país, casualidades de la vida. La estancia fue de lo más divertida y entretenida y aunque él no pudo compartirla con nosotros por motivos de salud sus amigos y familiares fueron grandes anfitriones, con ellos además probamos el popular “terremoto”, la bebida que caracteriza la cultura de los bares y su nombre se debe a las consecuencias de esta para el que la toma, haciéndote sentir mareado al levantarte y con algún que otro temblor, seguramente la semejanza sísmica se debe también a lo familiarizado que esta el país con los temblores de la tierra al encontrarse situado al límite de dos placas tectónicas.