Uyuni es el destino por excelencia de Bolivia, y no es para menos. Los Andes albergan formaciones geológicas fastuosas. Antes de entrar en el salar, se visita el cementerio de trenes, que vienen a ser unos trenes abandonados donde antaño se situaba la estación. Los trenes son viejos, rotos y maltrechos, pero no por ello menos divertidos y preciosos a la vista.
El Gran Salar es difícil de describir. Es imponente, majestuoso, el blanco te invade. Posiblemente un esquimal sabría diferenciar las tonalidades de ese color, pero para el ojo de los que no lo somos es un mar de sal. Los juegos visuales son inevitables, aunque te alejes 1 km parece que estés al alcance de la mano.
En medio de sus 12.000 km se alza, como por arte de magia, la isla del pescado con sus cactus.
Las noches en el salar son frías, muy frías, pero es parte del encanto de hospedarte en medio de la naturaleza en estado puro. Pocas comodidades son suficientes para dormir con una sonrisa en los labios.
Los 4x4 son indispensables para recorrer sus amplias distancias y tortuosas rutas que te llevan a descubrir lagunas de colores en el cielo del mundo. Una comunidad de flamencos vive a la cima de la cordillera sin apenas comida y con condiciones meteorológicas difíciles, lo que hace que el asombro del turista sea incluso mayor.
Cementerio de Trenes | ||
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Todos quieren visitar el salar... | En la inmensidad blanca | |
Jugando con la perspectiva | Enamorados de este lugar único | Isla del Pescado en medio del salar de Uyuni |
Geisers | Aguas termales | Flamencos (Chilenos, James y Andinos) |
La laguna colorada (su color es debido a las algas) | Lagunas flanqueadas por volcanes se mezclaron con los raros colores provenientes del bóraz y el azufre | Paseos por las vías del tren |
Arbol de piedra - Producido por la erosión del viento con la roca |