Tuvimos la suerte de poder llegar al fin del mundo en los meses de verano cuando las horas solares alargan el día a casi 20 horas. No describiríamos el clima como de caluroso pero los 10 grados nos daban un respiro a nuestras peores pesadillas.

 

El primer día pudimos disfrutar del Parque Nacional Tierra del Fuego. Decidimos andar sus 18 km de longitud para no perdernos detalle y para nuestra suerte, el sol nos acompañó durante gran parte del recorrido. El paseo es realmente fascinante y bonito. El recorrido atraviesa lagos, montañas, bosques de distinta vegetación. Nuestras cansadas piernas agradecieron que una amable pareja de argentinos nos acercaran de vuelta a Ushuaia compartiendo, cómo no, unos mates por el camino e intercambiando interesantes puntos de vista sobre la Argentina y el mundo en general.

 

Al día siguiente decidimos hacer una excursión corta (4h) a Laguna Esmeralda, donde pudimos observar este precioso lago entre las nevadas montañas. Los castores hacen bien visible su trabajo a lo largo del sendero pulverizando los arboles y construyendo sus fuertes en los ríos. Por la tarde aprovechamos para navegar por el canal de Beagle, aunque las ráfagas de viento hacían la navegación ardua. Observamos una colonia de leones marinos y la isla de los pájaros antes de llegar al famoso faro “Les eclereurs” que nos enamoró con sus sencillos colores rojo y blanco. No pudimos llegar a la pingüinera por el estado furioso del mar, pero la compañía nos invitó a realizar la excursión por segunda vez al día siguiente. Para entrar en calor fuimos a tomarnos un chocolate caliente que nos sentó a las mil maravillas.

 

El tercer y último día en Ushuaia disfrutamos de un día de navegación de película. Al final del mismo nos esperaban curiosos una comunidad de pingüinos de magallanes de no más de medio metro pero que arrancaron la mejor de sus sonrisas a toda la tripulación. Poder observar a estos animales en su hábitat natural fue una experiencia muy enriquecedora. Finalmente para despedir un más que recomendable destino probamos al fin un matambre a la pizza, con el que veníamos soñando desde hacía semanas. No defraudó y ya esperamos a intentar cocinarlo a nuestra vuelta.