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Llegamos a Malborough tras la tirada más larga en coche de todo el viaje. Empezamos el día en Oamaru y nuestro destino era Anakiwa. A pesar de ello, como ya estábamos completamente habituados a conducir por la izquierda y el tipo de carreteras, conseguimos llegar allí a una hora más que prudencial.

 

Ante tal hecho, el padre de Albert decidió que sería una estupenda idea, ir por la carretera de la costa, para aprovechar a visitar el primer fiordo de camino a nuestro hostel. Ahora que ya estamos todos sanos y salvos, podemos decir que fue una mala decisión. No solo porqué la distancia en el mapa era muy distinta por su infinidad de curvas, sino porqué se nos hizo de noche y no apreciábamos nada de nada. Para colmo el depósito de gasolina estaba casi vacío así que la tensión dentro del vehículo iba en aumento. Por suerte, aunque tarde, llegamos a nuestro alojamiento y disfrutamos de una rica cena en familia.

 

Durante el día siguiente disfrutamos de lo que podía ofrecer la zona bajo un día radiante. A primera hora nos fuimos a pasear por un sendero muy bonito llamado Queen Charlotte Track. Como tantas veces en esta parte del viaje tuvimos la sensación de querer quedarnos por más tiempo disfrutando de estos territorios, aunque la agenda no lo permitía. Después nos subimos al coche y fuimos a visitar un fiordo. El problema es que desde la carretera no hay vistas ya que los matorrales lo impiden. Por la misma razón no existe impacto visual desde el agua. Ante ello, nos sentamos en un bar con unas vistas alucinantes y gozamos del paisaje con unos refrescos y aprovechamos para comer. Ahora sabemos que la mejor manera de conocer Marlborugh es encima una embarcación, a poder ser a vela para no romper la magia del silencio que allí reina.

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En una de las playas del Queen Charlotte Track

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Relax, paz y tranquilidad

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