Luang Prabang, una ciudad mística que enamora
No es de extrañar que Luang Prabang sea patrimonio de la humanidad, todo el mundo debe tener derecho a descubrir la ciudad más tranquila del mundo. Seguramente, éste no es el hecho que hizo que la Unesco le concediera el prestigioso título, más bien sería por la arquitectura francesa que aún se conserva de la época de la colonización, o bien por los innumerables templos que se hallan intactos a cada paso, o por la belleza general del lugar junto al río Mekong, repleto de vegetación.
Cabe considerar que el centro histórico es precioso. Nos ha cautivado al instante pese al calor agobiante que hemos sufrido. Parece un lugar de refinados gustos donde las boulangeries francesas se mezclan con los templos budistas.
La antigua capital de Laos es perfecta para descubrir lo que ofrece el corazón de Laos. En los alrededores existe una interesante selva donde se encuentran cascadas de colores puros, cuevas y santuarios de elefantes donde poder visitar a estas grandiosas criaturas, darles de comer, pasear en su cuello o incluso bañarlos. Eso sí, siempre desde el respeto. Nos sorprendió muy gratamente que pudiéramos pasearnos en el cuello del elefante cuando pedimos que le quitaran la silla que tanto daño les hace. Aprendimos como darles órdenes en su idioma y finalmente nos dimos en refrescante baño donde los limpiamos con una especie de planta con jabón. Eso unos, porqué otra se la dio de comer al pobre elefante confundido.
Un buen aliado para la exploración de la zona vuelve a ser la motocicleta aunque los precios sean el doble que en el resto de Laos debido al mayor número de turistas que visitan la zona, o porqué son más listos que nadie, quién sabe. El pacto de precios entre los agentes salta a la vista, poco hay que negociar.
Nosotros nos decantamos por una experiencia que no habíamos hecho hasta la fecha aunque parezca mentira. Hicimos una clase de cocina. Sorprendentemente disfrutamos como niños en un día entero de cocinar y comer. Por la mañana acompañamos a dos cocineros del restaurante Tanmok a un mercado local donde procedimos a realizar las compras de los productos que íbamos a necesitar posteriormente, mientras nos explicaban con un inglés muy decente la variedad de ingredientes que se usaba en la cocina Laosiana. Durante el día nos mostraron hasta la elaboración de unos 7 platos, de los cuales nosotros mismos intentamos cocinar, con más o menos acierto, 4 de ellos que sirvieron para saciar nuestra hambre para comer y cenar. Fue muy divertido encontrarnos en nuestra cooking workplace como si del reality Master Chef se tratara. Por lo menos nosotros disponíamos del libro de recetas delante, aunque no por ello el resultado tuvo una mejor ejecución.
La comida laosiana es una cocina de cocción rápida, en unos 10-15 minutos se puede elaborar cualquiera de los platos que nos mostraron. Se usa bastante aceite para freír los alimentos y el huevo está presente en numerosos platos. Uno de los puntos diferenciadores es el uso de la salsa de ostra y la salsa de pescado que la dan un sabor muy característico. Si bien no nos vemos capaces de trabajar en una cocina en Luang Prabang, nos lo pasamos en grande.
También es muy recomendable subir a Si Phu por la tarde y ver al atardecer desde lo alto del cerro situado en el medio de Luang Prabang con vistas 360 de la hermosa ciudad, los ríos y montes que la protegen.
Por último, fue muy interesante levantarse a las 5 de la mañana para presenciar la ceremonia que diariamente los monjes realizan. Con los primeros rayos de sol, decenas de sacerdotes inundan las calles para recibir las ofrendas de los lugareños, que sentados en el suelo esperan pacientes que los monjes aparezcan delante suyo y rellenarles el cuenco con arroz. El misticismo de la ceremonia se rompe por la cantidad de turistas que en búsqueda de la mejor instantánea irrumpen en el paso de los budistas.
El día empieza a las 5:30am con la "alms giving ceremony", donde un gran número de monjes abandonan sus templos para recorrer las calles de la ciudad en perfectas filas y silencio recogiendo las ofrendas que los lugareños les entregan. | Royal Palace | |
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Nos divertimos y aprendimos muchísimo en la "Cooking Class". Nos estamos volviendo unos cocinitas | ||
A orillas del río Nam Khan | Este simpático niño le paso todas las demos de los juegos del teléfono de Albert. Hay que decir que Albert desconocía de la existencia de cualquier juego, pero los niños lo encuentran todo. No importa el idioma. | |
Vistas desde el Monte Phuo Si | ||
Dándoles un poco de comida después del paseo | ||
Baño con los elefantes |