Lima es la capital del Perú. Estuvimos callejeando la ciudad dos días y descubriendo pequeñas joyas que tiene escondidas.

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El primer destino fue la Plaza de armas, ya que es el punto de partida para visitar el centro histórico. Allí pudimos vislumbrar el cambio de guardia, lo cual fue una sorpresa agradable tanto a la vista como a los oídos, ya que sacan toda la artillería acústica en forma de tambores, trompetas y trombones. Tras admirar esas preciosas calles coloniales, decidimos conocer la ciudad a pie en busqueda de parques y grandes calles hasta agotarnos. Sin perder nuestra voluntad por no parecer extranjeros nos subimos por segunda vez en el día en el Metropolitano, un autobús que cruza Lima de punta a punta y que tiene un carril dedicado, si como Barcelona pero sin motos ni taxis ya que un muro lo separa del resto de carriles para no perder su efectividad. Por lo noche cenamos en el restaurante de nuestro amigo y host Gonzalo (La Balanza). Recomendamos especialmente este precioso lugar en el barrio de San Isidro, donde comerán comida internacional totalmente orgánica y de un sabor indescifrable.

 

Al día siguiente cargados de energía nos marcamos como objetivo conocer los barrios de Barranco y Miraflores. El primero es un antiguo barrio bohemio donde se instauró la burguesía limeña en los años 20 y que conserva sus grandes casones. El segundo es el barrio de moda, el nuevo barrio rico, donde parecía que el porcentaje de habitantes extranjeros estuviera a la par a los nacionales, parques bien cuidados, un centro comercial con nada que envidiar a otras plazas europeas y un sin fin de parapentes cercando al cielo. Para nosotros, fue el primer gran descubrimiento de Perú, Lima es una ciudad con muchos atractivos donde podríamos vivir perfectamente una temporada.