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Tres días en la misteriosa Isla de Pascua

Dedicamos un total de 3 días a la misteriosa Rapa Nui. Fue ideal ya que el tamaño de la isla más remota del mundo es de tan solo 163 km2. Alquilamos una moto para recorrer cada pedacito de la isla y fue maravilloso. Durante el primer día nos dedicamos al volcán Rano Kau y el centro ceremonial del Orongo. Las vistas sobre Hanga roa (pueblo) son increíbles, pero lo que nos dejó sin palabras es el cráter del volcán de más de 1km de diámetro donde la flora ha hallado su vivienda desde hace años. Tuvimos tiempo de degustar un atardecer de ensueño en Ahu Tahai, donde el sol se despide de los habitantes de la isla por detrás de unos moais, enrojeciendo el cielo y simplemente teletransportandonos a un estado de felicidad máxima.

El segundo día nos levantamos bien temprano para ir a ver el despertar de la isla. Esta vez, fuimos a la otra punta de la isla, exactamente a Ahu Tongariki. Nada menos que 15 moais se disponen en el ahu. Cada uno diferente al anterior, cada uno es especial y te hipnotizan. Llegamos de noche y tras una hora de espera el sol hizo aparecer a los moais delante de nuestras narices. La magia de la isla se respira en cada rincón. Tras esta experiencia increíble, nos decidimos a ir a probablemente a la mayor atracción turística, la cantera de los moais (Rano Raraku). Durante varias horas pudimos andar junto a los moais que se encuentran repartidos por toda la montaña. A pesar de las hipótesis de los arqueólogos, aún sigue siendo un misterio el cómo se transportaban estas inmensas estatuas desde el punto de creación a los distintos ahus repartidos por toda la isla. Por la tarde nos relajamos en la playa Anakena ya que no olvidemos que nos encontramos en una isla en el medio del océano Pacífico y apetece darse un chapuzón. Para terminar un día de infarto, repetimos el atardecer en Ahu Tapai y finiquitamos un día redondo con un poco de sushi.

El último día lo dedicamos a visitar los últimos complejos arqueológicos que nos habían quedado desperdigados por la isla, como la cantera de sombreros rojos, que son de otro material volcánico. Sin lugar a dudas, la mayor sorpresa se nos presentó en la visita de las cavernas. Éstas son cuevas producidas por la lava volcánica. La primera en visitar fue Ana Te Pahu, la cual es grande y espaciosa; los habitantes primitivos la usaron como refugio. La segunda, sin embargo, fue la última sorpresa que nos tenía preparada esta isla de ensueño, Ana Kakenga. Esta vez, la lava creó dos perfectos túneles que desembocan en un acantilado, creando dos magníficas ventanas. A pesar de que las condiciones de seguridad son simplemente inexistentes, la belleza del lugar es aturdidora y probablemente lo es porqué el lugar sigue intacto pese a las olas de turistas que recorren la isla anualmente. 

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Volcán Rano Kau

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Es una maravilla observar el cráter de este volcán de casi 1km donde su capa esta cubierta de tortora

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Ver el atardecer en Ahu Tahai es un imperdible con una belleza abrumadora..ve como el sol se pone tras los moai frente al mar no tiene precio

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Amanecer en Ahu Tongariki; la plataforma ceremonial más majestuosa de toda la isla

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Cada una de las 15 esculturas gigantescas es completamente diferente, motivo por lo que se cree que los moai eran representaciones de los ancestros

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Rano Raraku, la cantera de los moais; el lugar donde se esculpían los moai y luego eran conducidos a los ahus distribuidos por toda la isla.

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Hay 397 moais en diferentes fases de elaboración

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Cueva Ana Te Pahu, en una de las apetuas naturales que se encuentran en el techo

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Entrada a la cueva Ana Kakenga

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Ventana al acantilado desde la cueva Ana Kakenga

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Playa de Anakena

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