Llegamos a Dalat después de demasiadas horas de autobús. Nos habían comentado que el servicio de las agencias del sur del país dejaban un poco que desear y desgraciadamente lo empezamos a notar de inmediato. Tuvimos que hacer una parada en Nha Trang de aproximadamente 6 horas que no estaba previstas porqué sencillamente no quedaban sitios para nosotros en el autobús.

 

Cuando por fin llegamos a Dalat, tampoco tuvieron la amabilidad de dejarnos en el centro de la ciudad, más bien la parada era enfrente de un hotel que si situaba en una zona residencial poco turística.

 

Como ese día ya lo teníamos perdido, decidimos ir a nuestro hotel, asearnos y quedar con dos chicas que habían sufrido la misma suerte que nosotros en los buses para ir a cenar una sopa de noodles.

 

El día siguiente queríamos aprovechar al máximo y decidimos alquilar uno moto, que ya es casi un ritual aquí en Vietnam. La primera parada fue LangBiang una montaña situada a las afueras de la ciudad. Se puede subir a pie, pero no nos sentíamos muy enérgicos ni queríamos perder todo el día, así que nos sumamos a una familia local para subir en unos de los todo-terrenos que hacían el trayecto.

 

 

El día era nubloso y las vistas desde la cumbre quedaron un poco maltrechas. De no haber sido así, el mirador vale mucho la pena. En cualquier caso, nos encanta hacer kilómetros con la moto y así recorrer partes del país.

 

A continuación nos dirigimos a la “Crazy house”, no sin antes empaparnos enteros por el diluvio universal que cayó encima nuestro,pero que le vamos a hacer son gajes del oficio y más en “rainy season”. La crazy house es obra de un artista Vietnamita inspirado en la obra de Gaudí y Dalí. Ha convertido una casa de Dalat en un auténtico laberinto de ideas extravagantes. Desde puentes infinitos que recorren en tejano de punta a punta de la casa, hasta la aparición de arboles por dentro de la estructura. La peculiar edificación se merece una visita, aunque la afluencia de tantos visitantes hace un poco caótica la visita al no disponer de un trazado claro para recorrerla de forma ordenada.

 

Para hacer un poco de tiempo antes de la comida nos acercamos al mercado central para poder ver el día a día de sus gentes y después fuimos a un buen restaurante para celebrar el cumpleaños de Albert.

Por la tarde visitamos el lago Xuang Huang pero descartamos el jardín de las flores ya que a pesar de que Dalat es conocido por sus flores, nos parecía una turistada como cualquier otra. No obstante, aprovechamos que aún disponíamos de transporte parra dirigirnos a Linh Phuoc, una pagoda de estilo Asiático a 8km de la ciudad. Resultó ser todo un acierto ya que el detalle y la belleza eran dignas de una visita. Pudimos además, pedir buena suerte para nuestros familiares escribiendo una nota en un papel, pegándola a una campana y haciéndola repicar. Nos encantó poder compartir esta tradición milenaria.

 

Para finalizar un día tan completo fuimos a un local muy cool a cenar y a soplar los velas.

 

Dalat ha sido una visita rápida pero interesante.