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Kilómetros de caótico tráfico

Llegamos tarde a Da Nang, suerte que el aeropuerto se encuentra dentro de la ciudad. El staff del Meraki Villa Hostel nos trató excelentemente a nuestra llegada. Recobramos energías y al día siguiente tras un buen desayuno a base de huevos con pan alquilamos las 5 motos para ir a Hoi An y visitar de paso lo que podía ofrecer los alrededores de tan mágica ciudad.

 

En primera instancia nos fuimos para el norte, dirección opuesta a nuestro destino. Nuestro objetivo era obtener las preciosas vistas desde Hoi Van Pass a lo alto de las montañas que separan Da Nang de Hue. Desde lo alto se podían apreciar bonitas playas y un azul del agua que poco tenía que envidiar a la bahía de Halong. A lo lejos se intuían las siluetas de las montañas de Mármol, siguiente destino.

 

Tardamos más de una hora en recorrer los escasos 30 kilómetros, pero con las motos que disponíamos y el tráfico caótico, más bien era más prudente ir tranquilos, charlando y disfrutando de lo que iba sucediendo delante nuestros ojos. La cara de asombro de más de uno al ver un colchón con ruedas o unos pollos de pasajeros, imágenes del todo normales en el sudeste asiático.

 

Las montañas de mármol son conocidas por la extracción de este mineral de esas montañas, aunque a día de hoy todas las tiendas que aún venden sus creaciones en la base de la montaña importan el material de la China. No obstante, la visita fue muy gratificante pese al imperante sol que reinaba ese día. A lo largo de la montaña encontramos pagodas, templos budistas, cuevas y esculturas de mármol repartidas aquí y allí. Nunca llueve al gusto de todos y menos en un grupo de tantas personas, pero quién más quién menos se entretuvo ante la historia, la belleza o la singularidad del sitio, aunque solo fuera para refrescarse dentro de las cuevas.

 

Se nos hacía tarde para comer, pero eso no es problema en un país donde los horarios de los comensales se solapan para proporcionar cocinas abiertas non stop. Fuimos a comer en la misma playa de Hoi An a primera linea de mar, por qué ya que estamos el lujo es muy asequible aquí.

 

Tras nuestra visita a Hoi An, teníamos que volver al aeropuerto de Da nang así como devolver las motocicletas, así que de vuelta decidimos visitar las runas de My Son. El sitio arqueológico es interesante pese a estar medio destruido por los bombardeos sufridos durante la guerra con Estados Unidos. Hay parte de las estructuras que han sido restauradas, pero lo que de verdad hizo que la visita no fuera lo especial que sobre el papel se suponía, fue el sol abrasador de ese día. Cada paso era agónico y no disponíamos de ningún artilugio para protegernos. Así que hicimos algunas fotos, visitamos los bloques más importantes y otra vez carretera. La vuelta la hicimos por el camino corto, y probablemente el más transitado y peligroso. Por el arcén de la autovía con grandes camiones adelantando a nuestras pobres scooters fue un momento de máxima concentración y dolor de pompis tras los casi 70 kilómetros para llegar a a playa de Da Nang, donde allí sí nos bañamos y nos refrescamos con cerveza local y zumos de fruta.

 

Para cenar nos separamos en dos grupos, uno que necesitaba comida “normal” y se fue a la conocida cadena de comida rápida KFC, el otro grupo donde nos incluimos fuimos a degustar una mariscada a precios irrisorios que encontramos en un restaurant donde los locales abundaban y muy poco inglés se hablaba, fue la mejor de las decisiones.

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