Sin saber muy bien que nos encontraríamos llegamos a Chiloé en barco tras más de 12 horas de navegación por la costa patagónica. El recorrido fue de ensueño y tuvimos la oportunidad de profundizar nuestra relación con Carlos y Camila, compañeros de viaje por la carretera austral.
Llegamos a Quellón, la ciudad más al sur de la isla de Chiloé. Muchas gente prescinde de su visita ya que el atractivo turístico a priori es limitado y la gente relaciona el puerto de Quellón con zona de alcohol y muchachas de oficio. A nosotros nos esperaba Octavio, un profesor de educación especial. Nos subimos a su coche y conectamos a la primera. Nos explicó que se había mudado de Santiago y que tras impregnarse de la cultura y de las gentes de Chiloé ya no quería volverse jamás. Lo entendimos nada más llegar a su casa. En las afueras de Quellón, era una pequeña casita rústica con un ventanal que daba al mar. Encendió la chimenea y nos fuimos a ver el atardecer a una de sus playas favoritas. Cuando volvimos hicimos la once (cena a base de pan y té) y jugamos al dominó.
Al día siguiente, coincidiendo con su último día de vacaciones fue un auténtico anfitrión. Quería que sintiéramos el mismo aprecio que él por su tierra y esto es de agradecer. Visitamos infinidad de sitios con su coche, varias iglesias las cuales son patrimonio de la humanidad, prados, playas, pero ante todo tranquilidad, una calma absoluta.
Fuimos al mercado a comprar los ingredientes para preparar un plato típico de la zona, el Cancato al horno. Se basa en un trozo descomunal de salmón que se cuece al horno con vino y relleno de tomate, queso y chorizo. Comimos mejor que en cualquier restaurante.
A raíz del precio de risa del salmón, empezamos a preguntar y nos contaron que Chiloé era donde había las piscifactorías de salmón en Chile. Conocimos a una amiga de Octavio que trabajaba en una salmonera y nos contó todo el proceso de “fabricación”, del cual prescindiremos porqué no es del todo agradable. Aunque sí nos interesó mucho que Rusia se había convertido en su principal cliente tras el embargo de la Unión Europea después de la invasión de Crimea.
Al día siguiente nos movimos a Castro, capital de Chiloé. La ciudad era más grande pero nos sirvió de base para visitar el resto de la isla.
Un día fuimos al Parque Nacional de Chiloé donde nos perdimos por sus rutas observando su flora y fauna variada. Después de varias horas andando entre la vegetación hicimos un poco de autostop para llegar a otra zona en búsqueda del muelle de las almas. Según la mitología chilota, en ese punto se pueden escuchar los lamentos de las almas de Cucao que aún vagan en este mundo sin encontrar la paz. El muelle representa la senda que deben seguir para poder descansar por fin.
El muelle es un poco demasiado turístico para nuestro gusto pero los acantilados de la zona nos quitaron el aire. Totalmente recomendable si se visita Chiloé y se dispone de un poco de tiempo extra.
El segundo día de Castro aprovechamos para visitar un poco sus iglesias históricas, navegar por la bahía para observar su mítica fotografía, los palafitos. Son unas construcciones que se sostienen con palos de madera para evitar el contacto con el mar por la subida y bajada de las mareas. Las antiguas casas de pescadores están pintadas de los colores más variopintos y dan a la estampa una categoría superior. Ahora muchos hoteles y restaurantes se han ubicado en los palafitos y los pescadores se han reubicado en otras zonas de la ciudad.
Aprovechando que el marisco era tan sumamente económico aprovechamos para comer el plato típico de la zona, el curanto al hoyo. No es nada más que coger todos los frutos del mar habidos y por haber y meterlos a cocer en un hoyo al suelo. El resultado es delicioso aunque a la vista parezca poco elaborado.
Puerto de Quellón, a pesar de estar un poco destartalado se respira un cierto encanto. | ||
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Los pescadores descargan el marisco a primera hora de la mañana | Primeros días en Quellón haciendo Couchsurfing con Octavio y conociendo los rincones más escondidos y preciados del lugar | |
Conociendo los tranquilos alrededores de Quellón | Albert aprendiendo a cortar leña... Tras varios (o muchos) intentos lo consiguió! | Parque Nacional de Chiloé |
Muelle de las Almas | Los coloridos y pintorescos palafitos de Castro | |
Visita a Dalcahue, pueblo prospero y encantador en las cercanías de Castro | ||
Feria artesanal donde artesanos de las islas vienen a ofrecer tejidos de lana, madera tallada entre otros | En la costanera, al lado de la feria artesanal se encuentran las cocinerías, para comer mirando el mar por unos 2 o 3 euros el plato. | |
Degustando el curanto al hoyo; una mezcla de mariscos, mejillones (de un tamañao desproporcionado), pollo, cerdo y unas masas de algo (como una especie de patata),,, cocinadas con grasa de cerdo. El plato se cocina en un hoyo bajo tierra, aunque actualmente en muchas ocasiones lo preparan en una olla a presión. |