Llegamos al Calafate y nos despedimos de Oscar. Nos fuimos a buscar alojamiento. Teníamos una referencia, el camping “El Ovejero”. El precio nos pareció hinchado por las literas de 3 camas en una habitación de lo más pequeña. Justo en la puerta de al lado también ofrecían alojamiento. La casa estaba mal pintada y peor gestionada. Entramos y preguntamos por el precio y nos convenció. Nos quedaremos en “El Arroyo”. Allí conocimos a Manuel, a quien tenían de recepcionista. Su carisma nos cautivó, era un autentico gaucho venido a menos por problemas con el alcohol, pero con un corazón de caballo. Cuando los primeros excursionistas llegaron a la zona con el objetivo de realizar las cimas de las montañas más altas del parque nacional de los glaciares, Manuel les hacía de guía y porteador con su caballo. Se conoce la estepa patagónica como la palma de su mano. Nos hicimos muy amigos ya que siempre tenía historias para contarnos, a veces incluso demasiadas.
Hicimos un primer paseo por el pueblo, comprobación de las tarifas para visitar el Perito Moreno e ir al supermercado, un clásico a estas alturas del viaje.
Al día siguiente visitamos el tan ansiado Perito Moreno, conocido internacionalmente porqué es el único glaciar del mundo que avanza en lugar de retroceder por el cambio climático. La verdad es que no se trata del glaciar más grande del mundo pero su belleza es abrumadora. Han montado unas pasarelas de madera justo delante para que el visitante pueda observarlo desde diferentes ángulos, haciendo la experiencia mágica. Además del espectáculo visual de vez en cuando se escuchaba un estruendo. Significaba que acaba de ocurrir un desprendimiento, es decir, que una placa de hielo se había soltado del glaciar y caía con fuerza en el agua. Así nos pasamos unas cuantas horas esperando a ver el tan preciado desprendimiento en nuestras narices. Fuimos muy afortunados de ver unos cuantos, aunque al cabo de unas 2 o 3 semanas de nuestra visita ocurrió lo conocido como la gran ruptura. A pesar de ello, continuamos pensando que fuimos muy afortunados ya que el día que nos tocó fue inimaginable con un sol radiante que daba al glaciar infinitas tonalidades de azul, lo que era un espectáculo a la vista.
A la mañana siguiente llegaba un visitante muy esperado, Xavi el hermano de Mireia que venía a disfrutar de unos pocos días de vacaciones y a compartir 12 días nuestra ruta. No le dejamos descansar, nada más llegar comimos un buen rissoto para que no pasara hambre y nos fuimos a ver el lago Argentino con sus impecables vistas de las montañas. Como era la fiesta del lago pudimos ver una cabalgata de Gauchos y por la noche degustamos un cordero patagónico cocinado a la cruz. Pocas carnes tan melosas habíamos probado anteriormente.
Después de visitar Ushuaia y el Parque Nacional Torres del Paine, volvimos al Calafate para que pudiera coger su vuelo de vuelta, no sin antes prepararle una pequeña sorpresa de despedida. Para el último día habíamos reservado una cabalgata en una estancia privada. Nos pasaron a recoger con una mini van y nos trasladaron hasta la estancia Santa Teresita (nuestro grupo éramos solo 6, nosotros tres, una pareja argentina y el gaucho que nos acompañaba). Nos dieron de desayunar un buen cafecito y unas facturas (bollería y dulces argentinos, algunos rellenos con dulce de leche). A continuación elegimos los caballos o más bien nos los adjudicaron. A los 5 minutos ya estábamos empezando la cabalgata, primero al paso pero al cabo de poco rato empezamos a trotar por la Patagonia. Que sensación de libertad, de felicidad. El lago Viedma a nuestro lado, el cerro Fitz Roy detrás, varios cóndores sobrevolándonos, parecía salido de una película.
Fuimos a comer a un pequeño refugio en el media de la gigantesca estancia. El gaucho que nos acompañaba nos cocinó unos bifes al disco. Y nos dieron vino de la casa. Madre de dios, esta gente sabe cómo vivir. La vuelta fue un poco más tranquila que la ida ya que todos temíamos devolver la comida y nuestras nalgas empezaban a escocer. Pocas horas-culo teníamos a nuestras espaldas, es decir poca experiencia cabalgando
El día fue genial y terminó con la visita al galpón, lugar donde aun a día de hoy se esquilan las ovejas que pasturan por zona. Es una profesión que no ha evolucionado con la industrialización.
El asombroso Perito Moreno | ||
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Uno de los desprendimientos durante nuestra visita | ||
Cena de bienvenida a Xavi | Exquisito cordero patagónico | |
Xavi y Mireia saltando de alegría por su reencuentro | El de la derecha es Manuel o mejor conocido como "el loco Ortiz". Pasamos muy buenos momentos con él | |
Unas vistas inmejorables del FitzRoy | Preparando la sabrosa comida | |
Los 3 gauchos haciendo la digestión | Aquí es donde esquilan las ovejas dos veces al año |