Cabo Polonio es tan mágico como peculiar, ubicado en un cabo rocoso entre dos grandes playas y declarado área protegida y parque nacional por su riqueza ecológica, apartado de la civilización actual.
La única manera de llegar es caminando 7km o bien usando los vehiculos 4x4 autorizados tras pagar la tasa de 200 pesos (ida y vuelta), que te adentran a la reserva por sus caminos arenosos atravesando sus dunas y bosques hasta llegar a la playa de fina arena.
El Cabo esta repleto de casas de madera y chapa pintadas de llamativos colores, esparcidas a su libre albedrío (por suerte actualmente ya no se puede construir más en la zona, ya que el creciente turismo de las últimos años estaba alterando el sistema de dunas del parque natural). En las casas y hostels no hay luz eléctrica a no ser que provenga de un generador o de placas solares, ni agua corriente que se extrae de la tierra mediante pozos.
Disfrutamos de dos fantásticos días allí; conociendo sus playas a un lado Playa Calavera y al opuesto Playa Norte donde es muy común ver gente practicar surf o kite y desde donde puedes disfrutar de unos atardeceres de película con cielos teñidos de unos increíbles colores anaranjados. Paseamos por las dunas conociendo cada rincón de este asombroso lugar que te traslada a los años 60 y su época hippie y nos enamoramos del característico y precioso faro en el peñón rocoso, que es rodeado por familias de lobos marinos que compiten por el espacio, puedes observar esta gran comunidad desde bien cerca, aunque advetimos que olor que desprenden estas bellezas de criaturas es infame.
La noche es uno de los mejores momentos del día y hacen este lugar aún más fascinante de lo que es, al no existir ningún tipo de contaminación lumínica (no hay alumbrado público en Cabo Polonio) el manto estrellado cae encima nuestro sin ningún impedimento. Es indescriptible, incluso podías apreciar la Vía Láctea...sin palabras, una imagen que por desgracia cada vez es posible disfrutar en menos puntos de este planeta.