Buenos Aires, capital de Argentina, es una gran urbe de carácter cosmopolita que se ha convertido en una de las ciudades más importantes de Latinoamérica. Es una ciudad moderna que ha sabido conservar sus antiguas tradiciones y algunos de sus entrañables rincones, componiendo un lugar capaz de sorprender y enamorar a sus visitantes.

 

Al igual que el mejor de los tangos de Carlos Gardel, Buenos Aires es una ciudad apasionada y apasionante, un destino alegre y colorido en el que siempre hay algo que ver, hacer, o saborear. Al igual que ocurre con su deliciosa gastronomía, Buenos Aires es una ciudad para degustarla sin prisas, deleitándose mientras se percibe cada uno de sus llamativos matices.

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Resulta fascinante introducirse en el ambiente de la ciudad mientras se disfruta de su excelente oferta cultural, la personalidad de sus coloridos barrios, el encanto de sus gentes y el sabor de sus ricos platos, mientras la alegría de los viejos locales de tango envuelve la ciudad.

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En nuestro caso nos tomamos una semana completa para no perder detalle y nos fuimos con la sensación de que no la habíamos exprimido lo suficiente. Llegamos con el ferry procedente de Colonia de Sacramento y tras habernos instalado en el hostel y la visita al supermercado de rigor nos dispusimos a visitar Puerto Madero, un barrio bastante nuevo que se construyó cuando se hicieron las obras del segundo puerto ya que es un barrio artificial que ganó metros al rio la Plata. Claramente se ve un sitio moderno, lleno de edificios de oficinas y lujosos restaurantes. Volvimos paseando por la avenida de mayo y vislumbrando bares históricos que roban el corazón a cualquiera, como sería el Tortoni.

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Como la ciudad es inmensa decidimos apuntarnos a un free walking tour a ver si eran capaces de enseñarnos lo más importante del centro de Bu As ya que nos daba la sensación que sin una guía en la mano, podíamos pasar por el lado de los atractivos turísticos sin prestarles atención. La experiencia fue muy positiva y aprendimos tanto que decidimos realizar otro recorrido por la tarde del siguiente día. Así que al finalizar ambas caminatas habíamos recorrido gran parte de la ciudad porteña pero más aún empezábamos a conocer el porqué de las cosas. Por ejemplo, cuando caminas por Buenos Aires en ciertos barrios parece que te transportes a París o Madrid y es que la gente adinerada contrataba a arquitectos europeos para levantar sus hermosas viviendas o palacios.

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Otra visita obligada es ir al barrio humilde de la Boca y visitar Caminito, una pequeña calle con casa de colores donde la presencia del tango es notoria. En los alrededores encontramos el estadio de Boca Juniors el cual es merece una visita si eres mínimamente aficionado al deporte rey. No hace falta decir que para los argentinos, el fútbol es más que un deporte, es una pasión.

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Aprovechamos los días en Bu As para quedar con una vieja amiga, Paloma, quién recientemente se decidió a emprender su propio viaje por tierras Latinoamericanas, y lo celebramos. Como no podía ser de otra forma fuimos a tomarnos unas cervezas acompañadas de unas ricas empanadas para ponernos al día.

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Pero también tuvimos la oportunidad de hacer amigos. Por un lado, Gonzalo quién a pesar de no poder alojarnos hizo de anfitrión con un asado casero que fue mejor que el que pudiéramos haber encontrado en cualquier restaurante. La velada fue magnífica y degustamos vinos, probamos carne de vaca, choripanes, hasta un nuevo invento (pimiento con huevo). Aprendimos a cómo preparar un buen fuego para que podamos asar sin que se termine. Y lo más importante, aprendimos que couchsurfing va más allá de hospedar a gente, se trata de compartir. Por el otro lado, Flor nos abrió su casa para que pasáramos un par de noches. Flor es un amor de persona, nos cautivó lo amable que podía llegar a ser. Siempre con ganas de ayudarnos en todo, nos presentó a su grupo de amigos que también había hecho a través de la página web cuando llegó a la capital desde Mendoza.

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Buenos Aires se debe caminar. Sin desgastar la suela del zapato es difícil llegar a todos sus rincones. Se deben conocer las cafeterías y bares en Palermo y Belgrano. Visitar el mercado de San Telmo los domingos para enamorarte de sus calles bohemias y de sus no menos interesantes gentes.

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Los porteños son un poco creídos, de ello somos conscientes, y a veces no despiertan cierta simpatía entre sus compatriotas pero nuestra fugaz convivencia fue notable. Les gusta conversar eso sí, y más tras unas elecciones presidenciales donde se terminaban 12 años de peronismo pero con unos resultados tan ajustados que la brecha social es insalvable.