Para llegar a Airlie Beach desde Noosa decidimos tomarnos un par de días de conducción. Esta vez nos acompañó Alex, nuestra amiga alemana, que también tenía planificado visitar las hermosas Whitsundays. De camino visitamos el mercado de Eumundi, uno de los más grandes y conocidos de toda Australia. Hicimos noche cerca de Seventeen Seventy, en una tranquila área de descanso y por la mañana visitamos el pueblo. La visita no fue para tirar cohetes, pero aprovechamos para relajarnos, andar un poco y conocer más a Alex. Decidimos seguir nuestra travesía y tras unos 300 o 400 kilómetros más, paramos para hacer noche en una gasolinera abandonada. A pesar de lo que pueda parecer, fue una noche la mar de tranquila. El último día fuimos a Mackay, ya muy cerca de nuestro destino y nos pasamos el día en la piscina pública, lo que siempre es un buen plan.

 

Por fin llegamos a Airlie Beach y sin haber podido ni aparcar la furgoneta, nos encontramos con un grupo de españolas que habíamos conocido en Fraser Island. Fuimos a aparcar bien y nos reunimos con ellas otra vez. En un abrir y cerrar de ojos, el grupo se duplicó con la llegada de otros miembros de la Fraser Crew. Pasamos el día en la lagoon, refrescándonos, jugando a cartas, utilizando la parrilla y disfrutando de un día de verano. Por la noche quedamos con Darren de Couchsurfing que nos dejó aparcar nuestra caravana en el jardín de su amigo donde él tiene montada su casa-tienda. Estuvimos charlando delante de una fogata y contándonos historias. Fue muy agradable la velada y ver como hay maneras muy distintas de vivir la vida de una forma plena.

 

Al día siguiente nos esperaba nuestro crucero a las Whitsundays y no pudimos esconder la mueca cuando el día empezó nublado. Después de semanas de días totalmente calurosos, el destino no quería estar de nuestro lado. Durante la primera parada nos dejaron el equipo de snorkel y disfrutamos del coral submarino en todo su esplendor. Tras un par de horas de navegación con el increíble velero, empezó a asomar el sol y llegamos a Whiteheaven beach con un día perfecto. La belleza de esa playa es inigualable y pudimos disfrutarla durante un buen rato. Después de la incesante actividad nos esperaba un gran buffet de comida realmente deliciosa y barra libre de cerveza y vino para poder disfrutar de la navegación de vuelta con ese punto de embriaguez que nos encanta. El atardecer apareció en nuestras narices cuando vislumbramos Airlie Beach, la imagen quedó impregnada en nuestras retinas, pues acabábamos de disfrutar de un día redondo.